jueves, 27 de diciembre de 2007

ciro y el atardecer

uno de los grandes méritos de los piojos, quizás el mayor, es haberle puesto palabras al atardecer. gran tema: uno de mis mejores momentos junto a borges, cuando yo vivía en la calle paraguay y salía a caminar a la hora del crepúsculo por alrededor del hospital de niños, fue la lectura de la conferencia sobre hawthorne. en la primera o segunda página, borges cuenta la juventud de nathaniel en la embrujada ciudad de salem (que por otra parte vendría a ser mi segundo apellido) y dice que estaba todo el día encerrado, salvo cuando salía a caminar, a la hora del crepúsculo.
la gente que sale a caminar a la hora del crepúsculo es realmente una comunidad ignorada. es una fuerza espiritual que embruja los cuerpos y los saca a la ciudad.
pero la poesía se hace con palabras, no con ideas, y yo entendí que ciro era un alma hermana (o un gran artífice. symns: "ciro es un pelotudo, pero sabe hacer lo suyo: sabe romperle el orto al alma del pueblo") cuando escuché

si dijéramos que el sol cae sin ganas
en el cielo cuando el cielo está escapando

en esa época yo vivía en la calle paraguay y al volver del trabajo miraba el horizonte que me permitía scalabrini ortiz y lo veía ahí, al atardecer, pero no podía ponerle palabras. estaba enamorado de la cúpula de la iglesia que se levanta en scalabrini y ortiz y córdoba, pero no podía ponerle palabras. y cuando leí esos versos sentí que ciro sentía, como yo, la comba universal de la tarde. yo sentí, en ese momento, la comba exquisita de su poesía, que se anticipa al azar.

en otra canción canta

bordes del atardecer

bien.

pero no sólo de imágenes vive el hombre. la narración supone un desarrollo de la imagen, y eso es al atardecer, la canción de la prostituta que está en tercer arco (los muchachos se habían cansado de jugar al fútbol e hicieron el disco). ahí ya no es una frase que da la imagen, sino un encadenamiento de hechos que produce un aura, como el primer libro de garcía márquez que leí (crónica de una muerte anunciada) o boquitas pintadas.