domingo, 21 de septiembre de 2008

En San Sebastián

En San Sebastián somos baudelaireanos, esperamos al dios verano y nos arrastramos por el patio. En San Sebastián preparamos café y hablamos de mujeres. En San Sebastián nos robamos cebollas y dejamos el baño seco, o mojado. En San Sebastián nos ayudamos para mover heladeras, camas o pesares. A veces, en la alta noche, nos encontramos. En San Sebastián tardamos mucho tiempo en arreglar el cuerito pero muy poco en arreglar la electricidad. En San Sebastián no queríamos extranjeros y ahora vivimos con dos alemanitas divinas, ardillitas del Rín, que pagan un montón y “tienen ganas de reírse” (según Tévez, nuestro carpintero de confianza). En San Sebastián queremos mucho a aquellos con los que comerciamos (Tévez, Olga) pero no atravesamos el umbral de la no utilidad económica. En San Sebastián difundo, en algunos casos con éxito, a Babasónicos. En San Sebastián nos invitamos a fumar. En San Sebastián tratamos, en lo posible, de pedir Cumen-Cumen todo el tiempo. En San Sebastián cruzamos algunas palabras con la chica de otro. En San Sebastián podríamos estar pintando el patio, pero preferimos, por ahora, no hacerlo. En San Sebastián hablamos de nuestros trabajos. En San Sebastián hay como tres sartenes, dos coladores, cuatro tablas de madera, cinco ollas. En San Sebastián tenemos buena presión de agua. En San Sebastián tenemos mucho cielo pero poco sol. En San Sebastián nos excitamos. En San Sebastián hablamos mucho de todos los comercios y deliverys que nos circundan.